El pelo rubio le caía hasta la cintura mientras jugueteaba en su dormitorio desordenado buscando algo con lo que masturbarse. Últimamente se sentía juguetona y necesitaba una válvula de escape para liberar la energía sexual acumulada en su interior. Su larga melena caía en cascada sobre sus hombros mientras rebuscaba en sus cajones hasta que por fin encontró lo que buscaba: ¡un vibrador! Encendió el aparato y se lo colocó en el coño pelado cubierto por las bragas, frotándolo lentamente al principio antes de aumentar gradualmente la velocidad. Mientras seguía dándose placer, empezó a gemir en voz alta y a mover las caderas de un lado a otro. De repente, sin previo aviso, sacó la mano de entre sus piernas e introdujo dos dedos en su apretado agujerito, metiéndoselos hasta el fondo sin dejar de usar el vibrador en el clítoris