Una traviesa ladrona es grabada por una cámara entrando en una casa y robando objetos de valor. Se creía la jefa hasta que se encontró delante del dueño de la casa, que decidió darle una lección de respeto y obediencia. La intrusa se ve obligada a desnudarse y arrodillarse ante él, que la azota con su cinturón. Luego la obliga a ver vídeos porno sentada en un rincón con las manos cruzadas a la espalda. Por último, la hace dormir en una cama cercana sin mantas ni almohadas. Por la mañana, se despierta dolorida pero agradecida por no haber sido detenida.