La enfermera Jane había estado trabajando largos turnos en el hospital y se sentía cansada y agotada. Sus enormes pechos se balanceaban de un lado a otro mientras caminaba por los pasillos. Sabía que esta noche sería una noche especial porque su amante vendría después del trabajo para follársela hasta dejarla sin cerebro antes de desplomarse en la cama que compartían.